Obligaciones y derechos con la fianza en un alquiler

¿Sabías que la fianza del alquiler es mucho más que un simple depósito? Detrás de esta suma de dinero se esconden derechos, responsabilidades y posibles disputas al finalizar un contrato de arrendamiento. 

Por ello, en este artículo vamos a contarte todo lo que necesitas saber sobre esta garantía, que puede convertirse en un campo de batalla legal entre arrendador e inquilino. 

¿Para qué sirve la fianza del alquiler?

En palabras simples, la fianza del alquiler es como un seguro para el propietario y el inquilino. Para el dueño o arrendador, es una protección en caso de daños o pagos atrasados. Si hay desperfectos al finalizar el contrato, se usará parte de la fianza para repararlos. 

Para el inquilino o arrendatario, es una muestra de compromiso y al final del contrato, si todo está en orden, recupera ese dinero. Es una especie de garantía que asegura que ambas partes cumplan con lo acordado en el contrato de alquiler, protegiendo así los intereses tanto del arrendador como del arrendatario.

Diferencias entre fianza del alquiler y garantías complementarias

La fianza del alquiler, recogida en el artículo 36 LAU, y las garantías complementarias son dos formas de protección, pero tienen sus diferencias. 

La fianza es obligatoria. Se debe depositar este pago en el organismo público de vivienda de la Comunidad Autónoma en la que se resida y se usa para cubrir posibles desperfectos o impagos al finalizar el contrato. Es como un depósito de seguridad. 

En algunas regiones, como Cantabria, La Rioja, Navarra y Asturias, ya no se requiere que el inquilino deposite la fianza obligatoria establecida por el artículo 36 de la LAU. En estas áreas, el arrendador retiene este importe y debe devolverlo al finalizar el contrato. 

Según la ley, la fianza para viviendas no puede superar una mensualidad de renta, dos para locales. Sin embargo, se pueden acordar otras garantías en el contrato de alquiler, con límites específicos según la duración. La última modificación de la Ley de arrendamientos urbanos establece un máximo de dos mensualidades adicionales para contratos de hasta cinco años en viviendas.

En este sentido, las garantías complementarias son adicionales y pueden ser seguros de alquiler o avales bancarios. Estas ofrecen una capa extra de protección, pero no hay que depositarla en ningún organismo oficial ni en todos los contratos las requieren. 

Ambas buscan resguardar al propietario, aunque la fianza es más común y obligatoria, mientras que las garantías complementarias son opcionales y adicionales para asegurar un arrendamiento más sólido.

¿Qué hace el propietario con la fianza? Derechos del arrendador

El propietario usa la fianza para asegurarse contra posibles daños o impagos al finalizar el contrato de alquiler. Si hay desperfectos, puede emplear parte o la totalidad de la fianza para reparaciones. También puede retenerla si hay rentas pendientes o incumplimientos por parte del inquilino. 

Sin embargo, debe justificar cualquier retención, mostrando pruebas de los daños o deudas. Al finalizar el arrendamiento, si no hay problemas, debe devolver la fianza al inquilino. Es un respaldo que protege al arrendador, pero con la obligación de usarla correctamente y siguiendo las normativas legales del contrato de arrendamiento.

Obligaciones del arrendatario

El inquilino tiene responsabilidades importantes en el contrato de alquiler. Debe pagar puntualmente la renta acordada, cuidar la propiedad y realizar reparaciones menores. 

Al finalizar el contrato, debe entregar la propiedad en el mismo estado en que la recibió, salvo desgaste natural. Si hay desperfectos, debe asumir los costes de reparación o reposición. Además, debe respetar las normas de convivencia y uso del espacio. 

La ley protege al arrendador y el incumplimiento puede resultar en la retención de la fianza o acciones legales. Cumplir con estas obligaciones asegura una relación armoniosa y el buen estado de la propiedad.

Procedimientos legales: reclamaciones y devolución de la fianza del alquiler

Al finalizar el contrato de alquiler, la devolución de la fianza es clave. El arrendador debe inspeccionar la propiedad y comparar su estado con el inicial. 

Si está en buenas condiciones, debe devolver la fianza al inquilino. El inquilino debe esperar 30 días desde que dejó la casa para enviar un burofax solicitando el pago de la fianza. Pasado este plazo, se generarán comisiones y podrá acudir al juzgado si el propietario no responde.

Si hay daños o impagos en la vivienda, el dueño puede retener parte o totalidad de la fianza, justificando con pruebas. Ambas partes deben acordar la cantidad a retener, de lo contrario, se pueden iniciar procedimientos legales. 

Si no hay acuerdo sobre la devolución, se puede recurrir a mediación o tribunales. Por su parte, el inquilino puede reclamar si considera injusta la retención de la fianza. 

Recuerda que es crucial documentar el estado inicial y final de la propiedad para respaldar reclamaciones. Seguir los pasos legales y mantener pruebas sólidas es clave para resolver disputas y asegurar una devolución justa de la fianza del alquiler.

Por ello, contar con asesoramiento legal de abogados expertos y especializados en derecho inmobiliario, como Práctica Legal, te garantizará una resolución justa en disputas como esta.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *